Estaba ahí con un cuchillo en la mano

Tenía miedo, porque había escuchado ruidos abajo como si abrieran la puerta.

cuando de repente volví a escuchar un ruido en la cocina

Ahora sí, era un hecho, había alguien ahí. No había duda. La primera vez pudo haber sido mi imaginación o tal vez un vecino haciendo ruido y pareciendo que era en mi casa, pero no era así.

Seguí bajando lentamente un paso muy medido detrás del otro,

por favor que no me escuche – pensé

¿Será tal vez mi madre que llegó desde Tijuana? – mientras seguía bajando por las escaleras.


No puede ser, me hubiera avisado, además no tiene llaves, cómo podría abrir la puerta sin que me diera cuenta.



Y en eso, escuche un claro sonido, como si despegaras una estampa, el sonido inconfundible del refrigerador cuando lo abres, yo iba a mitad de las escaleras.



Me quedé paralizado por un segundo, para enseguida olvidar que iba lento y me apresuré a bajar las escaleras, tan rápido como pude, pero aún expectante, esa incertidumbre de no saber que iba a encontrar. 



Y entonces vi trastes en la mesa que yo no había puesto, y estaba un vaso de jugo servido, y cuando volee mire lo que más me impresiono hasta ese momento 



Estaba el refrigerador abierto




Mire alrededor y alrededor y vi nada, solo el refrigerador abierto, aún no terminaba de darme crédito cuando tocaron el timbre

Un sonido que me hizo saltar de solo, escucharlo.

No abrí de inmediato, solo observaba a mi alrededor y no vi nada, pensé que tal vez se habían escondido debajo de la mesa, pero tampoco, no había nada


Sonó el timbre por segunda vez




Casi de forma obligada fui hacia la puerta, pero sin dejar de mirar la cocina, como si de la nada fuera a aparecer el intruso y estuviera esperándome cuando me descuidara. 

Abrí la puerta, era doña Juanita, mi vecina, una ancianía que siempre tiene alguna excusa para visitarme, si no es porque no puede abrir el gas, es porque no sabe como prender Netflix o para sacar la basura.



Y no vive sola, es solo que su hijo es un drogadicto que sé, la pasa de vago y nunca está en casa. 

Joven Miguel, buenas tardes, lamento molestarlo, pero me podría regalar un poco de Sábila, vi por mi ventana que tiene sembrada en el jardín, es para un té que me voy a hacer para la gastritis, y es que una vez…. – dijo con toda la paz del mundo



Si señora, voy espéreme aquí, por favor- la interrumpí mientras caminaba para la parte de atrás.




Gracias, joven Miguel, y veo que no está solo – dijo la doña Juanita con una sonrisa pícara, mientras caminaba dentro de la casa, aunque yo no la había invitado a pasar.




Cuando dijo eso, yo me quede parado, extrañado, preguntándome por qué ella dijo eso, yo siempre llego a casa solo y he vivido solo por años, así que le pregunté con mucha curiosidad.


¿Por qué dice eso, señora? –

No te hagas Joven, yo no tengo problema si ya tienes novia, la verdad es que me da mucho gusto, ya hasta tenía mis dudas con usted porque verá….-


Pero dígame por qué lo dice?, ¿qué vio? O qué?!- la interrumpí desesperado.




¡Oh! Perdón no quise ofenderlo joven… es solo que anoche la mujer que estaba en su cuarto me estaba mirando desde la ventana…- 


Queeeee?, anoche?, si no había nadie, cómo era?!!!! – le dije asustado, no podía dejar de pensar que en los ruidos extraños que había escuchado momentos antes y que podría relacionarse con lo que ella decía.


Si joven, no se haga, la que estaba vestida con bata blanca, cabello largo y negro, piel blanca, demasiado blanca – y entonces se escuchó un ruido arriba, provenía de mi cuarto.

Subí las escaleras tan rápido como pude. No había nada.



 Desde entonces sigo escuchando cosas, ¿será que algún día me dejará en paz?


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